Un brevísimo recorrido por la poesía de René Rodríguez Soriano

Dales la vuelta, 

cógelas del rabo (chillen, putas), 

azótalas, 

dales azúcar en la boca a las rejegas, 

ínflalas, globos, pínchalas, 

sórbeles sangre y tuétanos, 

[…]

haz que se traguen todas sus palabras.


Octavio Paz

Transitar por la poesía de René Rodríguez Soriano es recorrer un camino de búsquedas y aciertos. René, ha trasvasado sus experiencias vitales en poemas que tienen la redondez de lo perfecto. En palabras del poeta irlandés Paul Muldoon: “un poeta es producto de su tiempo y trata de entenderse a sí mismo en ese tiempo (1)” y eso ha hecho Rodríguez Soriano desde su debut literario, Raíces con dos comienzos y un final (2), libro en el cual la ideología imperante en aquellos años, los Doce de Balaguer, permea, aunque no arropa, de principio a fin estos poemas. Lo político en este caso es «una política de la cotidianidad» (3), no se sacrifica el decir poético en pos de lo ideológico. Y entre sus versos, Mamá Tingó, la lucha campesina por la tierra, la figura militar, transliterada al campo amoroso, son la presencia que insufla vida a estos poemas. Y al final, todos ellos construyen un canto a «la cosecha madura de una tierra propia».

A partir de ese libro se articula un discurso artesanal, y no artesanal en el sentido de lo seriado, aunque en cada poema hay una línea argumental, si es válido el término. Es artesanal en el sentido en el cual René toma la palabra como barro y moldea, pacientemente, una vasija que llena de recortes de lo que le rodea: el campo, el hombre que labra la tierra, la naturaleza, los cuentos oídos en su Constanza natal, la radio, la publicidad. En fin, la vida misma. Y este tránsito poético configura un camino enhebrado a partir de un decir cotidiano, experimental a veces, y que, sin dudas, constituye una de las obras más originales, lúdicas y potentes de la tradición literaria dominicana. 

A partir de Textos destetados a destiempo con sabor de tiempo y canción (4), se empieza a vislumbrar la influencia de la publicidad, poesía publicitante le llaman algunos, en estos textos amorosos con un destello de humor y calle. Estilo este que se reforzará en Muestra gratis (5), libro que, en palabras de Marcio Veloz Maggiolo, contiene «una poesía con espíritu de medio de comunicación que se critica a sí mismo y que se transforma en mensaje (6)». 

En la obra de Rodriguesoriano lo político es resignificado respecto a la generación que le precede. Sin dudas, René saca la cabeza como líder de una nueva camada de escritores, la Generación del 70, construyendo un decir único, un trabajo de orfebre que va ensamblando piezas únicas a partir de la confección, de una simpleza compleja, de imágenes poéticas que evocan y crean universos. En uno de los fragmentos de «Sabor de tiempo y canción», incluido en Textos destetados…, lo erótico se funda, sobre palabras sencillas y cotidianas pero combinadas con una maestría tal que configuran una pieza maestra:   

dame la anatomía
de tu amor
en esta mano
para apretarla
noche
a
noche
entre mis dientes
y conjugar la patria
en tus entrañas

En Canciones rosa para una niña gris metal (7), la música, ese otro elemento presente en la producción renesiana, irrumpe, desde el título, convirtiéndose en más que referente en una voz, un personaje, un motivo. Desde el epígrafe, Luis Alberto Spinetta anuncia el tono amoroso, rosa en el sentido en que se visten de sencillez, de estos poemas de amor. Y, desde el título, se vislumbra la importancia de lo musical. René construye un puñado de textos nombrados con las letras del alfabeto y precedidos por versos de reconocidos boleros, género cercanísimo al autor, y en los que vuelve a ser notable el uso del lenguaje de la publicidad unido ahora al uso de términos radiofónicos y de lo cotidiano, como ha sido normalidad en su quehacer desde sus primeros textos. Lo amoroso, lo erótico alborota a los pájaros del deseo de cualquier lector que frente a esas páginas descubre textos como este: 

en la estafeta transparente

de tus carnes pongo proa

norteoeste

        y con alevosía

asalto el abecedario

de tus aguas

En Apunte a lápiz (8), se funda un decir maduro cuya materia prima es la añoranza. El pueblo, la aldea, es el personaje principal de estos textos profundamente autobiográficos en el que se dibujan melancólicos los días de infancia: la casa con el patio oceánico vestido de naranjos y rosas, la madre rejuvenecida en la memoria, el padre que sonríe en alguna evocación, el perro guardián. En fin, el pasado «ese espacio tan íntimo, del tamaño del mundo», dibujado entre palabras y recuerdos. 

Rumor de pez (9), es un libro vestido de melancólica ausencia en el que «Toda palabra es un silencio, todo silencio una palabra. Un barco que viene o va», y en cuyo vaivén trae un nombre, un cuerpo, una piel. Poemas cruzados por la influencia de las greguerías y de lo proverbial con un marcado lirismo erótico. Esto es notable en «Nota al margen de su lengua»: 

Que se entienda,

no hablo de ningún tratado,

de ningún volumen. Hablo

de ese animal terrestre que habita en el cielo de su boca.

Ese animal perverso que santifica mi nombre

y mis latidos, ese animal sin nombre que si me toca

me hace nacer sin lengua en el lenguaje de su cuerpo.

Nave sorda (10), séptima estación de este recorrido poético, es una travesía por los mares de la ausencia. Un calendario, los diez textos de la primera parte están nombrados con días de la semana pero no en el orden común ya que inician en viernes y terminan en sábado, en el que se recorre un nombre, un cuerpo ausente.  Un libro en el que se busca lo que no está, lo que se ha ido: «Este vino del domingo sabe a zonas de tu pelo. Bebo a sorbos largos tu recuerdo. Aspan mis pensamientos amplios paisajes de tu cuerpo. ¿Dónde estás?» 

Sin dudas, en esta siete estaciones René ha construido un universo único a partir de un trabajo artesanal con la palabra, aplicando aquellos versos de Octavio Paz, ha sabido sacarle el jugo a las palabras, moldearlas, morderlas hasta extraer la savia vital y verterlas sobre el papel para que tomen nueva vida vueltas poema.  

Notas:

  1. Citado en «Poesía, fama y poder: Juan Gabriel» de Círculo de Poesía Sitio web: http://circulodepoesia.com/2016/08/poesia-fama-y-poder-juan-gabriel/
  2. Raíces con dos comienzos y un final. Santo Domingo: Editora Taller, Colección Mínima, 1977; Santo Domingo: Editorial Gente, 1997; Kingwood: Mediaisla editores. Colección Juegos con lagartos, 2014.
  3. Fornerín, Miguel Ángel. (2016). «Para leer a René Rodríguez Soriano (todos los juegos el juego)». Marzo 16, 2019, de Mediaisla Sitio web: http://mediaisla.net/revista/2016/11/para-leer-a-rene-rodriguez-soriano-todos-los-juegos-el-juego/
  4. Textos destetados a destiempo con sabor de tiempo y de canción. Santo Domingo: Editorial Gaviota, 1979.
  5. Muestra gratis. Santo Domingo: Editorial Gente, 1986; Santo Domingo: Ediciones Cielonaranja, segunda edición, 2018.
  6. Veloz Maggiolo, Marcio. (2013). «Rodriguez Soriano y la poesía “publicitante”». En Visiones de orilla: Estudios, apuntes y testimonios en torno a la obra de René Rodríguez Soriano, editado por Carlos Ardavín Trabanco (pp. 245-248). Santo Domingo: Editora Nacional.
  7. Canciones rosa para una niña gris metal. Santo Domingo: Serigraf, Colección …y punto!, 1983; Valencia: Ediciones del Rectorado de la Universidad de Carabobo, 1992; Kingwood: mediaIsla editores, Colección Juegos con lagartos, 2009.
  8. Apunte a lápiz. Constanza: Ediciones Paso Bajito, Colección Luna Rota, 2007.
  9. Rumor de pez. Santo Domingo: Ediciones de la Universidad Central del Este (Premio de poesía UCE 2008). Impreso por Editorial Gente, 2009; Kingwood: Mediaisla editores, Colección Juegos con lagartos, 2012; Popayán, Colombia: Gamar Ediciones, tercera edición, 2018.
  10. Nave sorda. Harlingen: Libros Medio Siglo, 2015.

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Luis Reynaldo Pérez (1980). Poeta, editor y gestor cultural dominicano, autor de Urbania (2012), Ciudad que alucino (2016), Día de lluvia (2017) y Fractal (2020), entre otros.