La entrega número 77 de los premios de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood, mejor conocidos como los Globos de Oro, vio al legendario Quentin Tarantino salir por la puerta grande, una vez más. Su película más reciente, Érase una vez…en Hollywood, se llevó el galardón a Mejor Película Musical o Comedia y también el premio al Mejor Guión. Para coronar la noche Brad Pitt se hizo con la estatuilla a Mejor Actor de Reparto por su interpretación del personaje de Cliff Booth en el filme. Lo de Pitt, a pesar de la fuerte competencia, se podía oler. Su personaje es uno de los puntos más altos de la película. Mientras, lo de Tarantino, hizo fracasar varias quinielas que no le tenían como favorito.

En la categoría de mejor guión los que acompañaban al hombre de Pulp Fiction parecían tener mejores chances. Steven Zaillian con su trabajo en la épica de Scorsese, El Irlandés y Noah Baumbach por su Historia de Un Matrimonio eran los caballos con mejores probabilidades. En el apartado de Mejor Película Musical o Comedia el biopic sobre Elton John, Rocketman tenía los bonos muy altos al igual que la sátira antinazi de Taika Waititi Jojo Rabbit. Pero los miembros de la prensa extranjera se rindieron ante la carta de amor al viejo Hollywood que escribió Tarantino con su Érase una vez…

Siempre habrá una vez en Hollywood

Sólo unos días antes de los Globos de Oro el Festival Internacional de Palm Springs, en su gala número 31, entregó el galardón de director del año a Tarantino. La directora Greta Gerwig fue la encargada de presentar dicho premio y en su discurso se volcó en elogios hacía el laureado director. En sus palabras podemos, tal vez, encontrar la clave de por qué este realizador ha sido tan influyente y determinante para el cine moderno.

“Quentin Tarantino hace películas como si las películas pudieran salvar al mundo”. “Las películas pueden matar a Hitler, liberar esclavos y darle a Sharon Tate un verano más… él hace películas como si las películas en realidad importaran, como si fueran alto arte, que lo son, y como si fueran arte populista, que lo son”, dijo la directora de películas como Frances Ha y la más reciente Mujercitas. El portal especializado en cine Indiewire resaltó los comentarios de la cineasta que hicieron a un emocionado Tarantino estallar en lágrimas. Justo antes de llegar al corazón de su discurso Gerwig se refirió a la gran influencia del cine de Tarantino en su carrera y al hecho de que optó por filmar Mujercitas en celuloide como un guiño a las preferencias del director.

Es precisamente ahí donde el cine de Quentin Tarantino ha trascendido. Sus películas han sido la puerta por la que muchos cinéfilos han entrado en contacto con el cine de otras épocas, el puente que ha enlazado generaciones con autores que de otra manera hubieran permanecidos aislados o reservados para espectadores más avezados. A diferencia de muchos otros autores que han encontrado inspiración en la literatura u otras formas de arte, él ha encontrado inspiración en el propio cine. Su formación se gestó en el visionado de miles de películas sin discriminar directores, géneros o calidad; se devora todo lo que le pasa por el frente.

Con Tarantino siempre habrá una vez en el cine, ya sea en la más desconocida película serie B del cine asiático o rebuscando en una de las obras de Jean-Luc Godard. Siempre habrá un elemento que el director ha robado para transformarlo. En sus andares ha ido hurtando fotogramas para encender su inspiración, ha robado patrones y ha encontrado su propia voz.

Con Érase una vez… en Hollywood Quentin Tarantino nos lleva en su viaje más nostálgico. Su firma pesa mucho y es imposible no verla. Haciendo un ejercicio de metacine nos traslada a las entrañas una ciudad que fabrica sueños alimentándose de almas. En el camino el director entreteje una historia que nos pone en el contexto de los infames asesinatos de la familia Manson. El clímax llega con el ocaso, la ciudad que comienza a cobrar vida. Las luces de neón se encienden como preparando a la audiencia para el gran momento. Con un montaje paralelo el director acrecienta la tensión y nos arrastra a lo inevitable. La violencia que nos había eludido por más de dos horas se desata con furia. En una frenética secuencia final se juega su mejor carta y nos regala un final que es a la vez brutal y sublime, una combinación que sólo una mente como la de Tarantino puede concebir.

«Robo de todas las películas que se han hecho. Los grandes artistas roban, no hacen homenajes». (Quentin Tarantino)

En busca del 10 perfecto

La ahora premiada, marca la novena película del director quien ya ha anunciado su retiro luego de su décimo filme. Un documental que resulta esencial para entender su obra es QT: Las primeras 8, de Tara Wood. En el mismo se hace un recorrido cronológico por su carrera hasta justo el inicio del rodaje de Érase una vez en Hollywood. Pequeños detalles que van desde cómo pasó del sofá en casa de un amigo a La Croisette en Cannes y hasta mostrarnos cómo mantuvo promesas de concebir personajes para actores que Hollywood ya había olvidado, son los elementos que agregan mucho valor a este documental.

Wood separa esas primeras ocho películas en tres grupos. En su etapa inicial tenemos Reservoir Dogs (1992) y Pulp Fiction (1994) que de inmediato le convirtieron en un fenómeno del séptimo arte. Luego pasamos a la segunda etapa, que la directora considera como las películas de género, iniciando con Jackie Brown (1997) (único filme que no es un guion original de Tarantino) pasando por su épica Kill Bill Vol. 1&2 y hasta llegar a Death Proof (2007) quizás su filme más incomprendido. La tercera fase la componen sus cintas sobre venganza y redención. Iniciando con la majestuosa Inglorious Basterds (2009), le sigue su más taquillera Django Unchained (2012) y concluye con The Hateful Eight (2015). 


Dentro de todos sus premios, el más importante para su carrera llegó en 1994 cuando su Pulp Fiction se llevó la preciada Palma de Oro en Cannes. Punto de inflexión definitivo para su carrera y para la historia del cine. Tiempos Violentos, como se tituló en algunos mercados de habla hispana, marcaría un antes y un después en el cine y abriría nuevos caminos para que los cineastas emergentes contaran sus historias. “A parte de su ingeniosa estructura, Pulp Fiction extrae todos sus trucos de alusiones y ecos de otras películas y series de televisión… pero su verdadero logro es que convierte al espectador en el verdadero protagonista de la historia”, escribió el crítico de cine Jonnathan Rosenbaum en su reseña para el libro “1,001 películas que tienes que ver antes de morir” de Steven Jay Schneider.

Desde ese momento este artesano del cine no ha dejado de perfeccionar su narrativa. La esencia más pura del cine es contar historias y es aquí donde QT ha trascendido. Su capacidad para encontrar nuevas formas de romper con el lenguaje y crear discursos frescos es una virtud que pocos directores poseen. Podrá o no comulgar con él, pero la realidad es que estamos ante una de las carreras más brillantes en la historia del séptimo arte.

Referencias

“1,001 películas que tienes que ver antes de morir” de Steven Jay Schneider, 2011, Barrons.

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Hugo Pagán Soto es mercadólogo de profesión cinéfilo por pasión. Director del la Distribuidora Internacional de Películas de 2015 a 2018 y Coordinador de Relaciones Públicas de la Cinemateca Dominicana en 2015.