Los muertos son los únicos que ven el final de la guerra. (Platón)

Para desgracia de muchos, la guerra ha sido tentación irresistible para unos pocos. Para el cine, una carnada imposible de evitar. Los sangrientos campos de batalla han colmado la gran pantalla desde siempre. Casi todos los conflictos bélicos escenificados sobre la tierra han sido objeto de alguna adaptación cinematográfica ya sea ficción o documental. El cine en sí mismo fue, y sigue siendo, una de las armas más poderosas para neutralizar al oponente. En antaño las películas de propaganda fueron las encargadas de ganar las batallas lejos del frente. Hoy las estrategias se han perfeccionado y llegan en forma de mega producciones disfrazadas de entretenimiento que nos inoculan con la agenda del momento.

Es el cine el que nos ha enseñado la Historia, a su manera. En el celuloide se han definido los antagonistas y los defensores de la humanidad. En 24 cuadros por segundo los alemanes, rusos, japoneses, vietnamitas y un largo etcétera, terminan siendo no menos que Lucifer mientras los muchachos de las barras y las estrellas (junto a sus aliados) se perfilan como la divina Providencia. Justos debemos ser y decir que en el cine de guerra el discurso predominante ha sido el anti-bélico. Ejemplo reciente, y la película que nos trae hasta aquí, es 1917. La laureada cinta del director inglés Sam Mendes (American Beauty, Skyfall) con su majestuosa puesta en escena plasma el lado humano dentro de la atrocidad de un conflicto que no parece tener nada de humano. El filme se ambienta durante Primera Guerra Mundial (1914-1918), uno de los capítulos menos recreados en el cine bélico.

Si bien es cierto que podemos encontrar más de un centenar de películas que de cierta forma tocan el tema de la llamada “Gran Guerra” su tocaya la supera con creces. Por muchas razones la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) ha sido dibujada con más esplendor en la gran pantalla, Hollywood y sus magnates judíos siendo una de las principales. Otro punto que puede ayudar a entender el que la Primera Guerra Mundial tenga menos protagonismo es el hecho de que Estados Unidos no intervino sino hasta 1917 cuando ya el conflicto se acercaba a su fin; tal vez no hubo momentos que pudieran ser piezas para encumbrar a los gringos en la gran pantalla.

La gran guerra en el cine

Títulos sobran para estudiar el cine bélico, la trilogía de Rosellini, Coppola, Malick, Spielberg, de Palma, Eastwood, Tarkovsky, y la lista sigue. Todos han legado al mundo obras maravillosas y estructurado los más fuertes discursos para retratar a la guerra como la verdadera barbarie que es. No solo en los campos ensangrentados sino también más allá, llegando a los trastornos que perduran años después de la última bala. En todo lo largo y ancho el cine ha encontrado inspiración para crear las historias más insólitas, quizás para ayudarnos a entender la verdadera locura que es la guerra.

Aun cuando el filme que ahora se roba los titulares es 1917, y como ya mencioné se desarrolla justo en la Primera Guerra Mundial, no hablaré en detalle de la película de Mendes. Mucho se ha alabado su nivel de realización, resaltando la cinematografía del veterano Rogers Deakins (Fargo, Blade Runner 2049), primero por su acabada estética y segundo porque se concibió para que fuera percibida como un plano continuo de principio a fin. Ahí radica la mayor fuerza de 1917. La dirección de Mendes es impecable y los niveles de tensión que logra con su narrativa son impresionantes, pero es la cámara de Deakins la verdadera protagonista. Los campos de batalla parecen parques de atracciones donde el lente encuentra un lugar para deleitarse, la fluidez con que se mueve es de antología.

Sentado en la butaca repasaba películas que me conectaban con la obra del británico. Salvando al Soldado Ryan (1998) de Steven Spielberg (ambientada en la Segunda Guerra Mundial) es una que salta a la vista por una conexión conceptual. Luego cuando vi a la cámara desplazarse por las trincheras no pude evitar recordar Senderos de Gloria (1957) de Stanley Kubrick. 

Podríamos ir hasta los albores del cine y ahí nos encontraríamos con Chaplin y su ¡Armas al Hombro! (1918) satirizando lo eventos de la Primera Guerra Mundial mucho antes de su obra maestra El Gran Dictador (1940) donde se descargó con todo contra el segundo conflicto bélico mundial. En la misma época del cine mudo King Vidor también dejó su marca con la fabulosa El Gran Desfile (1925), a la fecha la película más rentable de la era del cine silente. Años después el realizador italiano Mario Monicelli triunfó en el festival de Venecia con la menos recordada pero superba La Gran Guerra (1959).

Mendes y su épico canto de guerra me hacen recordar algunas de mis películas favoritas sobre la Primera Guerra Mundial:

Sin novedad en el frente (1930)

Filme dirigido por Lewis Milestone, es reconocido por el gran realismo con que narra los efectos de la Primera Guerra sobre un grupo de jóvenes. Posee una de las secuencias iniciales más memorables de la historia del cine, presenta de manera perfecta la transformación del personaje principal y cómo su visión del conflicto cambia a medida que vive las atrocidades en el campo de batalla. Los estudios Universal consiguieron su primer Oscar a la Mejor Película con esta cinta.

  • Título original: All Quiet on the Western Front.
  • Dirección: Lewis Milestone.
  • Guión: Erich Maria Remarque (novela), Maxwell Anderson.
  • Reparto: Lew Ayres, Louis Wolheim, John Wray.
  • País: USA.
  • Duración: 145 min.

La gran ilusión (1937)

Esta maravillosa cinta francesa es una verdadera obra maestra y una de las piezas más importantes de la historia del séptimo arte. Retrata de una manera formidable el lado humano de la guerra desde la óptica de dos franceses que son llevados a un campo de prisioneros alemán y uno de ellos establece una relación con un capitán enemigo. Magistrales interpretaciones de Jean Gabin y Erich von Stroheim y un formidable trabajo de dirección del maestro Jean Renoir. Se convirtió en la primera película de lengua no inglesa en ser nominada como Mejor Película en los premios Oscar.

  • Título original: La Grande Illusion.
  • Dirección: Jean Renoir.
  • Guión: Charles Spaak.
  • Reparto: Jean Gabin, Erich von Stroheim.
  • País: Francia.
  • Duración: 114 min.

Senderos de Gloria (1957)

La visión de Kubrick nos presenta un escuadrón de la armada francesa comandado por el coronel Dax (Kirk Douglas). El grupo de hombres recibe órdenes de iniciar una misión que, a todas luces, es un suicidio; deciden no acatar el orden hecho que los hace enfrentar la corte marcial. Douglas entrega una brillante interpretación en uno de los filmes anti-bélicos más importantes de la historia del cine. Perfección y Kubrick son sinónimos, y esta es la muestra perfecta.

  • Título original: Paths of Glory.
  • Dirección: Stanley Kubrick.
  • Guión: Stanley Kubrick, Calder Willingham.
  • Reparto: Kirk Douglas, Ralph Meeker, Adolphe Menjou.
  • País: USA.
  • Duración: 88 min.

“…Los senderos de gloria conducen, pero a la tumba” (Thomas Gray)

Lawrence de Arabia (1962)

David Lean sabía cómo concebir piezas épicas y esta no es la excepción. Ambiciosa en todos los sentidos, la obra que se basa de forma libre en la vida del oficial británico T.E. Lawrence, recoge las aventuras del militar junto a las tribus árabes en sus luchas contra los ejércitos turcos durante la Primera Guerra Mundial. El crítico Joshua Klein la describió de la siguiente manera: “Una triste caída desde la gracia mostrada con sutileza y con artesanía, una épica en la escala de la gran literatura”.

  • Título original: Lawrence of Arabia.
  • Dirección: David Lean.
  • Guión: Robert Bolt, T.E. Lawrence (Memorias).
  • Reparto: Peter O’Toole, Alec Guinness, Anthony Quinn.
  • País: Reino Unido.
  • Duración: 216 min.

Referencias

“1,001 películas que tienes que ver antes de morir” de Steven Jay Schneider, 2011, Barrons.

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Hugo Pagán Soto es mercadólogo de profesión cinéfilo por pasión. Director del la Distribuidora Internacional de Películas de 2015 a 2018 y Coordinador de Relaciones Públicas de la Cinemateca Dominicana en 2015.