Mi primer acercamiento al cine del director japonés Hirokazu Kore-eda (Tokio, Japón, 1962) fue en el marco de la XVI Muestra Internacional de Cine de Santo Domingo (2014). La película presentada fue Like Father, Like Son (2013), con la cual ganó el Premio del Jurado del Festival de Cannes de ese año. Ahora, luego de alzarse con la Palme d´Or de 2018, Shoplifters tiene su estreno comercial en las salas de la República Dominicana.
 
Tanto Like Father, Like Son como Shoplifters permiten comprender las temáticas recurrentes en la filmografía del director. En la primera, dos familias eran sacudidas con la sorprendente noticia de que sus dos hijos habían sido intercambiados por error el día de sus nacimientos. A la postre, ambas familias provenían de estratos sociales muy distintos (clase acomodada y clase humilde). Esta problemática ahonda en cuestiones tan fundamentales como la expectativa de los hijos, los lazos familiares, el rol y comportamiento de la figura patriarcal, la idealización del futuro de los hijos, la resignación y, como en todo proceso de sanación, la aceptación.
 
En sentido amplio, el cine de Kore-eda reflexiona sobre la fidelidad de los vínculos de la familia. Este tema central resuena con profundidad en Shoplifters. La película desarrolla la siguiente trama: un clan “familiar” conformado por cinco personas subsiste gracias a pequeños robos, los sueldos mínimos generados en trabajos de construcción inmobiliaria, lavandería y servicios de placer sexual. Además, la “abuela” del clan (Kirin Kiki) recibe una modesta “pensión” que costea las necesidades elementales de los demás miembros. En una noche fría, luego de un simple robo en un supermercado, Osamu (Lily Franky), la figura parental, y Shota (Jyo Kairi), su “hijo”, se topan con una niña “perdida”, Yuri (Miyu Sasaki). El clan la adopta con naturalidad y sin mayores trámites hasta que una serie de eventos desafortunados desentierran los secretos que unen a todos los integrantes.


Los buenos autores cinematográficos muestran su fortaleza al momento de matizar sus obsesiones. Kore-eda delinea una historia, en principio sencilla y humilde, que invita al espectador a reflexionar sobre este grupo de personas y sus respectivos roles familiares. También analiza con docilidad nuestra tendencia a agruparnos con aquellos que comparten intereses en común y que garantizan un sentimiento de pertenencia, no como miembros activos de una sociedad, sino como individuos. A veces, los vínculos sanguíneos no son lo suficientemente fuertes para justificar un núcleo familiar.

De igual forma, mientras progresa este complejo drama doméstico e íntimo, entendemos que, como suele suceder, las apariencias engañan. Otras de las virtudes que despliega Kore-eda como realizador es mostrar un retrato lleno de fraternidad y dependencia que no recae en manipulación sentimental y moral de la audiencia. Si logramos sentir genuina empatía, cariño y curiosidad ante los esfuerzos de supervivencia feliz y supuestamente desprovista de bienes materiales de estas personas. Luego, experimentamos un cambio de percepción desconcertante.

En términos técnicos, esto obliga a un manejo singular de filmación y exposición de información. Junto con el cinematógrafo Ryuto Kondo, Kore-eda fija la cámara con quietud y elegancia en espacios restringidos en momentos específicos. Esto requiere que los actores sean filmados con cercanía y tengan que sostener las escenas a través de histriones sutiles que esbozan el pasado y los matices traumáticos de los personajes.

Una de sus mejores escenas ocurre una noche cuando Noboyu (Sakura Ando), esposa de Osamu y fuente de afección para Shota, quema una de las viejas ropas de Yuri en un intento de ocultar su pasado y sellar su ingreso en el clan. Mientras la abraza, ella le cuenta en susurros y sollozos que entiende los maltratos intrafamiliares que ha sufrido la niña. También ella viene de un trasfondo convulso y violento del cual escapó.

Otro momento retrospectivo y que diluye la realidad de este clan es cuando Shota tarda en llegar a la casa y Osamu lo busca en su espacio especial: un jeep abandonado en medio de un terreno baldío. Shota siente celos porque otra figura infantil forma parte de la familia y acapara atención. Osamu se mofa de estos sentimientos (que son naturales en un niño que pertenece a una familia convencional), le reafirma que nada entre ellos va a cambiar y también le pide que le llame “papá”. Este deseo será un elemento recurrente en esta relación que tratará de legitimar los lazos afectivos. Funciona como uno de los arcos dramáticos más potentes de la película.

Además, vale mencionar que hay momentos hilarantes y tiernos gracias a la dinámica de este grupo: ya sea porque constantemente disfrutan de comer en cualquier momento del día o cuando realizan una excursión a la playa. En uno de estos momentos, Noboyu conversa con la abuela y le expresa que la familia no es necesariamente aquella en la cual nacemos, sino la que elegimos. Este intercambio canaliza, en cierto grado, las hermosas actuaciones de Sakura Ando y Kirin Kiki (la cual fue su última actuación antes de fallecer a causas de cáncer en septiembre de 2018).

Por otro lado, Shoplifters también aborda pinceladas de crítica social, como la marginalidad a los sectores desfavorecidos, la desatención injusta que se da en las metrópolis, el oportunismo como vía de escape, la usurpación de identidad, la delincuencia de subsistencia y la educación infantil. El director reconoce que sus principales fuentes de inspiración para esta trama estaban basadas en reportajes que han sido noticias en su natal Japón1. En efecto, estos dramas son reales y Kore-eda triunfa en impregnarle esta noción.

Al final, Hirokazu Kore-eda establece un debate clave en esta época posmoderna: ¿la constitución de la familia existe porque hay lazos biológicos que lo determinan como tal?, y, por consiguiente, ¿la dinámica afectuosa entre las personas puede superar esta concepción tradicional del núcleo familiar? En concreto, no hay respuestas absolutas. No obstante, como en el caso que plantea Shoplifters, las circunstancias apuestan a que estas preguntas pueden ser afirmativas, aun cuando las consecuencias, eventualmente, tengan un costo demoledor en sus protagonistas.

Ysidro Eduardo García. Abogado. Oriundo de San Francisco de Macorís. Egresado de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Desde joven, es un amante del séptimo arte y la crítica de cine. Ha tomado cursos de Producción Cinematográfica en la Escuela Altos de Chavón.

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Fuentes consultadas

[1]. CHANG, Justin. Hirokazu Kore- carries on through success and sadness with the release of his Palme d´Or winner, ´Shoplifters´. Periódico “Los Angeles Times” (versión digital). Publicado el 23 de de 2018. Disponible en: https://www.latimes.com/entertainment/movies/la-ca-mn-shoplifters-hirokazu-koreeda-20181123-story.html