Qué fácil es abrazar siempre tu belleza, qué sencilla se hace la excelsa providencia.

Qué fácil es tocar tu hermosa mirada, qué vendimia de besos cuando todo es gracia.

Qué felicidad son los momentos donde todo es de acuerdo a los deseos, qué inimaginable encuentro con el sufrimiento.

Qué fácil es querer cuando tu espíritu carece de tormento, cuando brindas luz y eres tu propio espejo.

La incongruencia de algunos besos, lo impuro que se transcribe como afecto, el que todos te quieran cuando pasas por tus más bellas emociones de invierno.

Nadie se queda cuando estás a solas en tu silencio, nadie pertenece a los puñales de desencuentro con tu propio cerebro.

Nadie toca tus miedos cuando eres un fragmento repleto de vehemente descontento.

¿Por qué te alejas cuando más necesito de tus miedos?

¿Por qué me dejas cuando más quiero tu silencio acompañando mi aposento?

¿Por qué?

Estoy pagando las estrecheces de una vida agnóstica a los sentimientos.

Estoy luchando mi propia cruzada en un desierto como isla cuyas orillas las besan el mar muerto.

Vivo en el exilio que muchos poetas han soñado, vivo en un laberinto de un sosiego que hiere y desgarra todos mis quebrantos.

Qué fácil es decir te amo,

qué fácil es aparecer y querer curar con dos palabras… dos semanas de desgarro.

Qué fácil es llegar en el momento preciado, en el exquisito instante de un día en ruina.

En el momento en que el amor no es el motor, sino el descontrol a algunas hojas marchitas.

Qué fácil es decir te amo.

Qué fácil es aparecer y querer llenar tu ausencia, la cual antes era paciencia, la cual antes era serena. 

No se ayuda con palabras, cuando eres un alma que necesita que el tacto sea el único aliado…  a los vestigios de la belleza que en las primeras líneas existió. 

Predilección 

Intento ver la epistemología de mis poesías. Intento ver si la musa vive en mi alma o tan solo es un fantasma que vaga por las olas de la nostalgia que deja el rastro del tiempo. La sátira es la única palabra que describe mis ganas de buscar la génesis de mis versos.

Quizás mi musa predilecta es la más pecaminosa de todas las prosas que he besado. Quizás la concupiscencia habita en estos grafemas y de ahí la frustración de estudiar mis pecados transcritos en letras. 

Tal vez eres una alegoría que vive en mi muerte. Tal vez una figura retórica que intenta persuadir la periferia de mi sistema nervioso. Las preguntas existenciales, las dudas en mis frases puede que me trasladen a la parte capciosa de todos mis males.

Trajinar mi verbo al principio del éxodo, es la inmanencia progresista que narra la esclavitud de mis letras en un texto vomitado desde el pericarion del ser inanimado e infravalorado por su propio yo.

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Ariel Frias (Santo Domingo, 1991). Escribo para siempre existir. Representando las prosas de una Quisqueya enternecedora la cual me cedió a una Catalunya cautivadora, tanto que los puntos los convirtió en comas y me arrulló con celos, aun sabiendo que hoy le pertenezco, entiende que mis raíces caribeñas de una República que enamora, también componen los versos que desprende mi alma en cada poesía.