Si debo morir, mándenme de vuelta

A mi lugar de nacimiento, entre furiosas montañas

Déjenme entregarme a las llamas

Tal y como lo hicieron mis ancestros. 

Sobre las llamas, el cielo abierto

Nunca fue un reino del vacío,

La armadura aguarda ahí al valiente, una preciosa espada traslúcida, 

Una silla de montar tejida por aves, la sal de la lengua madre, semillas devueltas a la tierra,

Panteras y -aún más- piedras celestiales. 

Hay susurros que deben ser atendidos 

Hechos por el viento soplando a través del trigo,

El ala del sol, pasando sobre la escalera del tiempo, 

Las colmenas de las laderas rezumando la divina dulzura, 

Un río de cereales, cúmulos de estrellas escondidos en pequeños tarros, 

Sobre esas llamas

Mi alma comenzará su viaje.

En cuanto a mi, sólo en aquel lugar

La muerte puede ser un nuevo comienzo… las brasas arden de nuevo

Sobre el camino donde el crepúsculo eterno se extiende

Mi sombra no se detendrá por un instante

Dirigiéndose por el mismo camino que recorrieron mis ancestros

Siguiendo por la ruta de la blancura, 

Y antes de que el resplandor me cubra, mi nombre, 

Cobijado en su propio oro, brillará. 

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Jidi Majia (China, 1961) poeta y antólogo. Considerado uno de los más grandes poetas de las minorías en China, que obtuvo el IV Premio Literario de las Minorías. Es presidente del Festival Internacional de Poesía de Qinghai.