I

Un parpadeo de sol

en el horizonte:

la noche.

II

Relámpago:

pestañeo de Dios

atrapado en el espejo.

III

Sentado sobre la luna

un niño gris

sueña  la muerte.

IV

Sonrisa que se 

extiende al horizonte:

la mariposa.

V

Un corazón 

lanzado al viento:

el ruiseñor. 

VI

Nace la flor,

muere la flor;

solo un suspiro.

VII

Apenas abrió los ojos

y ya conoce 

el rostro de la muerte.

VIII

Si es llanto la lluvia,

¿No es gemido

el rocío?

IX

En la mirada del náufrago,

no es una luciérnaga:

es otra estrella que se apaga.

X

Lentos, 

los atardeceres sonríen

flotando en el agua.

XI

Cuando no estás,

la ciudad

pierde los bordes.

XII

Estallido de luz

en las praderas:

florecen los flamboyanes.

XIII

¡En qué mágico 

lugar de tu cuerpo

abrió sus pétalos la flor!

XIV

No es una mariposa,

es tu sonrisa

volando hacia el jardín.

XV

Libre de obstáculos

el hombre ciego

está perdido.

XVI

Hay siempre 

algo de gusano

en el sueño de la mariposa.

XVII

No hay pudor 

en la Maja Desnuda;

no se sabe observada.

XVIII

El eco del mar

nos trae el lamento

de los náufragos.

XIX

En todo idilio

hay siempre un corazón roto

al final de la primavera.

XX

No hay para el verdugo

mejor melodía

que el silbido del hacha.

XXI

Flor de primavera;

solo el haiku conoce

la esencia del bosque.

XXII

Una sonrisa multicolor

late en la tarde,

y es primavera.

XXIII

Como luciérnaga triste, 

de tus ojos a los míos,

vuela noche.

XXIV

Son gotas de sol,

las lágrimas

en los ojos de los peces.

XXV

Indiferente a la guerra,

el viejo flamboyán 

sigue floreciendo.

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Pedro de Jesús Paulino es profesor universitario, narrador y poeta. Ha publicado El frío instante de la muerte (microrrelatos); La mirada del náufrago (haikus) y Laberinto de sombras (haikus).