Tiempos únicos casi imposibles estos, sin duda alguna; días de respiros ahogados en los que las palabras miedo, asombro y ética parecerían decirlo todo. 

Miedo ancestral e inconsciente que corroe cada rincón del cuerpo, primero a nosotros y después al y por el ser amado que nos acompaña; miedo por ese ser desde donde procedemos y por el aquel que una vez parimos. Miedo a la enfermedad y por supuesto a la muerte; a la pérdida de lo poseído y de todo lo que ansiamos tener. Miedo ante lo desconocido, y también miedo al dolor y a decenas de malditos miedos más que nos estremecen la sangre.

Asombro ante lo inaudito, lo que de la noche a la mañana ha sido capaz de provocar un diminuto bicho; asombro frente a eso que no han logrado politiqueros ni místicos baratos y que surge de pronto a borbotones en el hábitat del existir posmoderno: Homo Sapiens ha abierto las cejas y los ojos. Atónitos, casi mudos vemos cómo el virus ha sacudido las más profundas raíces del ethos colectivo; parecemos mirarnos entonces, preocuparnos, y querernos los unos a los otros.

Ética, ignota y francamente extraña acepción que lucía ausente del diccionario. Otrora ley del comportamiento helénico hoy aparece en los más desafortunados escenarios y con las más inusitadas expresiones: En los políticos que prefieren la supervivencia de la Bolsa y no la de sus abuelos; en empresas vendedoras de kits de pruebas de detección de COVID-19 a sabiendas de que no sirven, o peor aún, sin asegurarse de que sí; en el horripilante mercado negro de ventiladores, jabones higiénicos, mascarillas y supuestos fármacos sanadores. Capitalismo salvaje fauces al aire, en suma. 

Renace la Solidaridad. Esa expresión netamente humana que la tecnología y la vil competencia se encargaron de reducir a su mínima expresión. El catolicismo la llamó amaos los unos a los otros mientras los comunistas la bautizaban internacionalismo proletario. Sueños y pesadillas después, me he atrevido a definirla abrazo. Gesto que no podebemos darnos físicamente, por ahora, pero que nos mantendrá más cerca que nunca hasta el retorno del Sol y la libertad. 

La libertad de respirar a pulmón abierto; la libertad de besar que, tras la muerte del bicho, aguardará al doblar de la esquina. 

Santo Domingo 27 de marzo, 2020.  

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Jochy Herrera es cardiólogo y escritor; autor de “Estrictamente corpóreo” (Ediciones del Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo 2018).

Alejandro Nuñez Frómeta es fotógrafo con estudios en la Escuela de Altos de Chavón, República Dominicana, Afiliada a Parsons School of Design de New York, y otros cursos en La Salle College en Colombia.