¿Cuál es el fin de la comedia? A grandes rasgos, es un género artístico que busca provocar risa ante la creación o la presentación de situaciones u observaciones graciosas. A su vez, la comedia se prolifera en otros territorios. Sus orígenes se remontan a los tiempos filosóficos de Platón y Aristóteles1. Ha sido objeto de estudios durante décadas que tratan de decodificar su esencia, y su perdurable preferencia y simpatía en las grandes audiencias2

En su desarrollo, la comedia hace uso de técnicas persuasivas como la sátira, que no es más que un “discurso agudo, picante y mordaz, dirigido a censurar o ridiculizar algo”. A lo sumo, como expresión cómica y artística, se concibe “como un instrumento de denuncia y crítica social”3, en la cual, por supuesto, se incluye el cine. En ese sentido, hoy quiero hablarles de dos películas que, en la génesis de sus premisas temáticas, aluden al cine satírico. Esas son Parasite (de Bong Joon ho, 2019) y Jojo Rabbit (de Taika Waititi, 2019). Ambas, en definitiva, esbozan discursos contemporáneos sobre la desigualdad social y la intolerancia, respectivamente.

Considero que Parasite es una película compleja. Me refiero, por un lado, a que es difícil de clasificar en un género en específico porque su director y coguionista, Bong Joon ho (Daegu, Corea del Sur, 1969), delinea una historia que presume ser un drama familiar, una sátira socioeconómica, un thriller sobre la usurpación de identidad y un horror de supervivencia. Su trama cuenta cómo una familia pobre -Kim Ki-taek (Song Kang Ho) y los suyos- se insertan en el seno de una familia rica, los Park (Cho Yeo Jeong, Lee Sun Kyun y demás). Pero, al final de cuentas, ¿quién le sacará provecho a quién?

La historia discurre con naturalidad entre escenarios y situaciones que demuestran la inteligencia, la comicidad y la meticulosidad en que se construye su guion. Por momentos, Parasite es consciente de ser una alegoría a las ansiedades y frustraciones que provocan la desigualdad social. Además, puntualiza una crítica (a veces muy literal) hacia la resignación de cierto sector marginado que entiende que el orden natural de las cosas es así dentro de un sistema económico imperfecto: los ricos se soportan en la cima porque los pobres la mantienen.

Por tanto, Joon ho nos muestra una farsa en varios sentidos. En primer lugar, las personas asumen identidades inventadas para encajar en la idealización aceptada de los ricos: el joven pobre que finge venir de una buena universidad estadounidense y tiene buenas credenciales para darle clases de inglés a la niña rica; la hermana pobre que se hace pasar por una “terapeuta artística” que serviría de consejera al niño terrible de los ricos. Nos manifiesta como, para encajar en cierto estatus social, debemos crear versiones disparatadas de nosotros mismos. 

No obstante, la farsa principal que comenta Parasite es la de un modelo económico injusto en sociedades del primer mundo. Como bien señala el economista Joseph Stiglitz, las políticas neoliberales prometieron una utopía de crecimiento que, a la larga, se demuestra como un engaño parcial: las élites acaparan los beneficios y el bienestar4. Esta inequidad imposibilita alcanzar la plenitud de todas las personas y, por ende, deben de buscársela. El propio Joon ho reconoce que esta mirada despiadada al capitalismo, en puridad, es lo que ha permitido el gran impacto y la recepción de la película5.

En los aspectos cinematográficos, Parasite es una película exquisitamente concebida. Las actuaciones del reparto, que se amparan en las múltiples interacciones entre personajes, enriquecen las lecturas de la historia: existe en estas relaciones un juego macabro de manipulación y de dinámica de poder. El estilo de la cámara de Joon ho, estilizada en todo momento, se desenvuelve con genialidad y mantiene los términos diegéticos de la película. Por último, un punto destacable es el diseño de producción y de escenografía, que caracterizan a la perfección las distintas yuxtaposiciones sociales: sótanos, largas escaleras que simulan los escalafones sociales, y arquitectura posmoderna impecable.

Así las cosas, continuemos con la segunda película, que ahonda una temática delicada desde la óptica de la sátira. Jojo Rabbit está ambientada en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, en un colorido pueblecillo de la Alemania nazi. La historia es sobre un niño alemán, Johannes (Roman Griffin Davis), un precoz y fervoroso simpatizante de la ideología del Tercer Reich. Tanto así que su amigo imaginario es Adolf Hitler (personificado desde la perspectiva de un infante por Taika Waititi). La preconcepción fanática de “Jojo” se pondrá a prueba cuando descubre que su madre (Scarlett Johansson) esconde a una jovencita judía (Thomasin McKenzie).

Jojo Rabbit, mucho antes de su estreno, estuvo sujeta a fuertes controversias6. Se entendía que un retrato frívolo de una época tan triste suponía una ofensa; podría ser una excusa perfecta para suavizar las manifestaciones radicales de algunos sectores políticos fascistas en Europa; entre otras. Reconozco que, en efecto, la película es irreverente y absurda, pero considero que enmarcar una obra en una dirección panfletaria y moralista, desnaturaliza su esencia artística. Además, Jojo Rabbit no debe de serlo: su discurso es evidente y directo.

Además de divertida, es un cuento fantástico y crudo que traza líneas finas contra la intolerancia y el fanatismo, y aboga a la comprensión en tiempos difíciles. Waititi recurre a elementos críticos interesantes. En cierto sentido, Jojo Rabbit canaliza la paradoja de la tolerancia de Karl Popper7, donde la intolerancia exacerbada del nazismo alienaba en base a miedo a una sociedad que repudiaba todo aquello contrario a ella. Aquí también podemos hacer una semejanza con la temática de la novela 1984 del escritor George Orwell y el autoritarismo del Gran Hermano. 

Sin embargo, a través de la historia, nuestro pequeño héroe protagonista verá sacudir todos sus ideales y comprenderá que quizá lo que pensaba es malo. Esto sirve para demostrar no sólo la fragilidad paradójica de los discursos de extremismos, sino de una sociedad, como la de aquel entonces. Por medio de Jojo, su madre, la niña judía y la plétora pintoresca de personajes, nos daremos cuenta de que todos provienen de trasfondos dolorosos. Nuestra empatía hacia la historia se optimiza cuando comprendemos la profundidad agridulce de ciertas relaciones. Sin ánimos de spoilear, sólo diré que Jojo Rabbit es una película embargada de tristeza.

En términos técnicos, es una película delirante y bien realizada. Su reparto (que goza de grandes actores como Sam Rockwell, Rebel Wilson y Stephen Merchant) está comprometido en cuanto al toque cómico y al toque dramático que requiere la historia. La banda sonora, que también tiene versiones alemanas de éxitos tan irresistibles como Heroes de David Bowie y I Want to Hold Your Hand de The Beatles, realza el aura melancólica y graciosa del período de la Segunda Guerra Mundial. Waititi, como guionista, no sucumbe al fatalismo en el cual pareciera estar sumergido el mundo, sino que Jojo Rabbit puede verse como un manifiesto optimista.

En definitiva, tanto Parasite como Jojo Rabbit presentan una cara compleja de la comedia y el uso de la sátira. Estas temáticas controversiales pueden tener un tratamiento cómico que no oculta el hecho de presenciar críticas punzantes a los tiempos convulsos que vivimos. También nos demuestran que la sátira, como género y expresión artística, puede presumir de temas atemporales (como el odio y la desigualdad) con una fuerza contemporánea que bien son lecciones de cómo el mundo debería de desenvolverse. Por lo menos, en eso, el cine no pierde su magia de hacer creer que las cosas sí pueden ser mejores.

Ysidro Eduardo García R. es abogado. Oriundo de San Francisco de Macorís. Egresado de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Desde joven, es un amante del séptimo arte y la crítica de cine. Ha tomado cursos de Producción Cinematográfica en la Escuela Altos de Chavón.

Fuentes consultadas

[1]. MASTERCLASS. What Is Satire? How to Use Satire in Literature, Pop Culture, and Politics –Plus Tips on Using Satire in Writing. Sitio web “MasterClass”. Publicado el 2 de julio de 2019. Disponible en el siguiente enlace: https://www.masterclass.com/articles/what-is-satire-how-to-use-satire-in-literature-pop-culture-and-politics-plus-tips-on-using-satire-in-writing#what-is-satire

[2]. KHAZAN, Olga. The Dark Psychology of Being a Good Comedian. Revista estadounidense “The Atlantic” (versión digital). Publicado el 27 de febrero de 2014. Disponible en el siguiente enlace: https://www.theatlantic.com/health/archive/2014/02/the-dark-psychology-of-being-a-good-comedian/284104/

[3]. O´HARA, Mary. How comedy makes us better people. Medios de comunicación “BBC – Future” (versión digital). Publicado el 30 de agosto de 2016. Disponible en el siguiente enlace: https://www.bbc.com/future/article/20160829-how-laughter-makes-us-better-people

[4]. STIGLITZ, Joseph E. El fin del neoliberalismo y el renacimiento de la historia. Periódico “El País” (versión digital). Publicado el 17 de noviembre de 2019. Disponible en el siguiente enlace: https://elpais.com/economia/2019/11/13/actualidad/1573640730_606639.html?prod=REGCRART&o=cerrado&event_log=oklogin

[5]. JUNG, E. Alex. Bong Joon-ho´s Dystopia Is Already Here. Revista de entretenimiento “Vulture” (versión digital). Publicado el 9 de octubre de 2019. Disponible en el siguiente enlace: https://www.vulture.com/2019/10/bong-joon-ho-parasite.html

[6]. ORDOÑA, Michael. From controversial to awards darling, down the rabbit hole with ´Jojo´. Periódico estadounidense “Los Angeles Times” (versión digital). Publicado el 29 de enero de 2020. Disponible en el siguiente enlace: https://www.latimes.com/entertainment-arts/movies/story/2020-01-29/oscars-jojo-rabbit-taika-waititi-roman-griffin-davis

[7]. PICTOLINE. La paradoja de la tolerancia por el filósofo Karl Popper. ¿Hasta dónde llega la tolerancia? Publicado el 14 de agosto de 2017. Disponible en el siguiente enlace: https://www.pictoline.com/8589-hasta-donde-llega-la-tolerancia/