El 2 de junio de 1910 el más célebre, influyente poeta de la lengua española, el nicaragüense Rubén Darío, escribió al poeta, patriota dominicano Fabio Fiallo:

Mi querido Fabio:

¿Qué haces? ¿Por qué no llegas? ¿Sabes que estás haciendo una falta de todos los demonios? Tu cuarto te espera. Francisca te espera. El chico te espera, Todos te esperamos. Y tú no apareces por ningún tren. ¡Helas! Si tu supieras….

Tu hermano

Rubén Darío

El entrañable reclamo del máximo representante del movimiento modernista que revolucionó las literaturas hispanoamericana y española al autor de Cantos de la tarde (1920), apresado en 1916 por las fuerzas de ocupación norteamericana, es una entre las tantas y diversas muestras de su amistad con escritores dominicanos. Fraternal con Fiallo, cercana con Osvaldo Bazil, autor de su biografía, con Ricardo Pérez Alfonseca, su secretario en París, Tulio Manuel Cestero.  De admiración hacia Américo Lugo, Max y Pedro Henríquez Ureña. (1)

Décadas después, el año 1946, con motivo de la muerte de Pedro Henríquez Ureña, el importante poeta nicaragüense Salomón de la Selva escribió páginas memorables, publicadas en El Universal de México, sobre su relación y años de convivencia con el ensayista dominicano. No obstante su importancia, el vínculo maestro-discípulo menos estudiado de los muchos que mantuvo Henríquez Ureña a lo largo de su vida errante dedicada al magisterio.

De la Selva, precursor de la anti poesía conversacional y junto a Henríquez Ureña fundador de la llamada “otra vanguardia latinoamericana”, reconoció la influencia decisiva del dominicano en su formación, su panamericanismo y rechazo a la injusta relación entre Estados Unidos y los países hispanoamericanos. 

Y es en esta estela luminosa de amistad y complicidad, de compromiso con la palabra y con el destino de nuestra América, que Sergio Ramírez llega hoy a la Cátedra de Literatura Caribeña René del Risco Bermúdez. Con la insignia de Azul, creadora y caribeña de Darío, cuya memoria, demitificada, ha contribuido a preservar. Recordemos que el autor de Cantos de vida y esperanza (1905) es tema y personaje de su novela Margarita está linda la mar (1998) , y que en 2016 publica el libro A la mesa con Darío, en el que narra los gustos del reputado goloso y recoge recetas de los platos que menciona en crónicas y poemas. Darío fue, por lo demás, centro del discurso que pronunció al recibir el Premio Cervantes, texto de espléndida belleza en el que reafirma su presencia tutelar y pertenencia al Caribe de la fantástica exuberancia y la lucha por la libertad.

Como Darío, Henríquez Ureña y de la Selva, Sergio Ramírez ha hecho de los caminos de la expresión literaria los caminos de su vida. “Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo, (…) y no hallo sino la palabra que huye” podría decir como recordó de Rubén. Búsqueda de perfección cuyos frutos magníficos abarcan la novela, el cuento, ensayo, testimonio, periodismo. Una magnífica bibliografía con más de cuarenta títulos publicados, por los que ha merecido numerosos premios y distinciones, entre otros el Premio Internacional Dashiell Hammett de Novela por Castigo divino (1988), Premio Laura Bataillon a la mejor novela extranjera en Francia por Un baile de máscaras (1995), Premio Alfaguara de Novela 1998 y Premio Latinoamericano José María Arguedas en el 2000 por Margarita está linda la mar. En 1911 Chile le otorgó el Premio Donoso y en 2004 la Medalla de Honor Presidencial Centenario Pablo Neruda. En 2013 mereció el Premio Orden de las Artes y las Letras de Francia y en 2014 el Premio Carlos Fuentes que otorga el gobierno de México. En 2017 la consagración definitiva: por su capacidad para convertir la realidad en obra de arte recibió el Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispánicas.

Sergio Ramírez pertenece a la estirpe de Darío, Henríquez Ureña, de la Selva, Fabio Fiallo, Cestero… no sólo en la lengua híbrida y gozosa del Caribe. Como ellos, escuchó el llamado de su tiempo, formando parte de la tradición del hombre de letras que aúna a su labor creadora la acción política. Ramírez asumió desde los años universitarios una destacada participación en la lucha sandinista contra la dictadura de Anastasio Somoza, así como en el Gobierno de Reconstrucción Nacional, llegando a la vicepresidencia del país en 1984. Años de abandono de la literatura por una revolución que, en manos de su antiguo compañero de lucha Daniel Ortega, ha terminado por convertirse en otra dictadura, de la cual Ramírez es uno de sus más duros críticos. 

Desde 1996, abandonada la política y dedicado a tiempo completo a la literatura, escribe “con las ventanas abiertas” sobre la realidad de Nicaragua y Latinoamérica, sobre ese paisaje luminoso y a la vez lleno de sombras, en busca, como dijo en sus palabras al recibir el Premio Cervantes,  de “los humildes personajes que lo pueblan (…) víctimas tantas veces del poder arbitrario que trastoca sus vidas, el poder demagógico que divide, separa, enfrenta, atropella. El poder que no lleva en su naturaleza ni la compasión ni la justicia y se impone, por tanto, con desmesura, cinismo, crueldad”.    

Para la Fundación René del Risco Bermúdez es un alto honor recibir en esta Cátedra al Premio Cervantes 2017, al amigo que tantas veces ha distinguido al país con su presencia, quien con generosidad y entusiasmo respondió a nuestra solicitud para hablarnos sobre el tema fascinante de los mitos y la historia en Latinoamérica y El Caribe. 

Gracias Sergio Ramírez por darle voz y presencia a nuestro “archipiélago de azúcar y de alcohol”. Gracias por esta noche, y el festín.

(1) En la joya olvidada que es el libro de Emilio Rodríguez Demorizi Rubén Darío y sus amigos dominicanos (1948), encontramos prolijas noticias y episodios singulares de la amistad de Rubén Darío y los poetas dominicanos.

Soledad Álvarez (1950), poeta y ensayista dominicana autora de Autobiografía en el agua (2015).