El director y guionista estadounidense Woody Allen (Nueva York, Estados Unidos, 1935) es un binomio antológico en el cine. Sin lugar a dudas, con una carrera tan prolífica que se expande por varias décadas, es uno de los cineastas esenciales de la cinematográfica contemporánea. Pero su figura como artista y persona sigue acechada por una aureola de controversias1. Este último factor se ha intensificado en estos tiempos de corrección política, tan campante en represalias y consecuencias negativas, que pudiera concebirse como una guerra contra la cultura –un tema que puede suponer un análisis propio–.

La última película de Allen, A Rainy Day in New York (2019) –que comentaré más adelante– no está exenta de la polémica. La productora de la película, Amazon Studios, decidió cancelar su distribución en los Estados Unidos. Ante esto, el neoyorquino contraatacó con una demanda multimillonaria en daños y perjuicios2. La decisión de cancelar el estreno se debe más bien a adoptar una postura corporativa políticamente correcta, en sintonía con la transformación en el seno de la industria del cine, producto del movimiento del #MeToo.

El fantasma del abuso sexual aún persigue a Allen, incluso después de que el estado de Nueva York realizara investigaciones independientes en las cuales no se encontraron evidencias suficientes en su contra3. Resulta trágico y personal cuando nos percatamos que su antigua familia, compuesta por la actriz Mia Farrow, su hija adoptiva Dylan Farrow, y su hijo, el periodista Ronan Farrow, son los responsables de liderar y reavivar las acusaciones4. El propio Allen ha manifestado su pesar ante esta delicada situación5.

Explicado lo anterior, discutamos a A Rainy Day in New York. La historia trata sobre una pareja de jóvenes universitarios de clase alta, Gatsby Welles (Timothée Chalamet) y Ashleigh Enright (Elle Fanning), que realizan un viaje de fin de semana a Manhattan. Ashleigh, quien forma parte del periódico de su alma mater, entrevistará al director estadounidense más interesante del momento, Roland Pollard (Liev Schreiber). A pesar de que Gatsby tiene toda una agenda para disfrutar la ciudad con ella, la pareja será separada durante todo el día a causa de la lluvia y otros eventos (des)afortunados.

No es la primera vez que Allen estructura su guion en base a una plétora de situaciones. Algunas de estas situaciones separan a sus protagonistas principales (como sucede en Midnight in Paris, 2011, o Vicky Cristina Barcelona, 2008), mientras que otras contienen tramas intercaladas (como Hannah and Her Sisters, 1986; Crimes and Misdemeanors, 1989; Blue Jasmine, 2013). En A Rainy Day in New York están presentes estos elementos narrativos. En algunos casos, pueden ser situaciones consideradas profundas. Puedo mencionar el encuentro entre Gatsby y Shannon, la hermana menor de una exnovia (personificada por Selena Gómez); o una reflexiva conversación con su madre (Cherry Jones). Otras situaciones son absurdas, como cuando Ashleigh es arrastrada por el amigo de Pollard, el guionista Ted Davidoff (Jude Law), a encarar a su mujer, Connie (Rebecca Hall).

Este hilo conductor funciona para la deconstrucción de las obsesiones de Allen como autor cinematográfico. En A Rainy Day in New York, como todas sus películas, destilan sus vastos conocimientos de literatura. Sólo con el nombre de Gatsby se le hace honor al mítico personaje creado por F. Scott Fitzgerald, con el cual comparte ciertas semejanzas. También de música –Gatsby es un buen pianista que idealiza los bares de jazz como parte de su bonhomía–. De igual forma, los personajes presumen de una alta erudición sofisticada. Hablan constantemente con un lenguaje rebuscado para su edad, poseen altas ambiciones artísticas, conocen el polarizado ámbito sociopolítico estadounidense y justifican sus puntos de vistas mediante elaboradas referencias culturales.

Así, Allen profundiza en su retrato de una generación joven de muchos privilegios materiales y de sorprendente acceso a la información y al arte, pero plagada de preocupaciones, frustraciones y desafección a la realidad. Junto con la filosofía, otro aspecto principal que se explora son las distintivas crisis existenciales de sus protagonistas. En el caso de Gatsby, es un joven que tiene todos los problemas resueltos por su favorable situación económica, pero se encuentra insatisfecho con su vida y arrastra problemas familiares que le impiden un desarrollo pleno. Esta razón lo empuja hacia ciertos vicios, como la ludopatía y el cigarrillo, con las cuales busca estímulos y emociones ausentes.

En cambio, Ashleigh tiene bríos y entusiasmos que ocultan sus confusiones hacia las intenciones de los demás y de sus opiniones con relación a los temas que trata.En dicho sentido, me tomo la oportunidad de abundar más en este personaje. Por medio de ella, Allen hace una revisión interesante de su vida amorosa real. En los vaivenes de la historia, Ashleigh intenta sobrellevar la fuerte crisis de inseguridad creativa de Pollard y su insatisfacción con su última película; también aconseja al exaltado guionista Davidoff; y, finalmente, tiene coqueteos con el joven actor Francisco Vega (Diego Luna). En suma, estos tres personajes masculinos conjugan al propio Allen y demuestran que la ingenuamente pícara Ashleigh –interpretada con muchísima gracia por Fanning–les produce fuertes deseos y, consecuentemente, inspiración. No es difícil hacer la similitudcon la relación de Allen y su controvertida pareja, punto de partida de su disputa con su antigua familia6.

Por otro lado, A Rainy Day in New York goza de aciertos artísticos. Como bien apunta el director español Fernando Trueba7, luego de iniciar con comedias disruptivas como Bananas (1971) y Play It Again, Sam (1972), Allen comenzó a afinar su estética cinematográfica. Trabajó con el cinematógrafo Gordon Willis en Annie Hall (1977), Manhattan (1979) y Stardust Memories (1980), así como también con Darius Khondji en To Rome with Love (2012) e Irrational Man (2015). Aquí vuelve a unir fuerzas con el legendario Vittorio Storaro, quien fotografió películas de Bernardo Bertolucci (como The Last Tango in Paris, 1972; y, The Last Emperor, 1987) y Francis Ford Coppola (en la radical Apocalypse Now, 1979). La dirección de fotografía optimiza el retrato nostálgico de la ciudad, apoyándose en una luminosidad cálida y bellísimos resplandores, que resaltan el diseño escenográfico de los finos interiores cosmopolitas. Es un deleite visual.

Para concluir, su mayor complicación radica en la estructura de su historia, que, si bien delinean una simpática y tonta comedia romántica de corte metropolitano, no se le impregna suficiente fuerza e interés a las vicisitudes y desventuras de sus personajes. Quizá este caleidoscopio de la excéntrica y neurótica personalidad de Allen difumina la atención del espectador en puntos de la narrativa. Por su parte, el reparto da buenas actuaciones. En definitiva, cualquier película menor en la consumada filmografía de Woody Allen (con excepciones, claro), es una buena película. Por suerte, A Rainy Day in New York lo es.

Ysidro Eduardo García. Abogado. Oriundo de San Francisco de Macorís. Egresado de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Desde joven, es un amante del séptimo arte y la crítica de cine. Ha tomado cursos de Producción Cinematográfica en la Escuela Altos de Chavón.

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Fuentes consultadas

[1]. AMÓN, Rubén. Woody Allen, el cineasta proscrito. Periódico español “El País” (versión digital). Publicado el 1 de agosto de 2019. Disponible en: https://elpais.com/elpais/2019/07/26/ideas/1564161460_028985.html

[2]. DEB, Sopan. Woody Allen Sues Amazon Over Canceled $68 Million Deal. Periódico estadounidense “The New York Times” (versión digital). Publicado el 7 de febrero de 2019. Disponible en: https://www.nytimes.com/2019/02/07/movies/woody-allen-amazon-lawsuit.html

[3]. SMITH, Kyle. Woody Allen Is Not a Child Molester. Revista cultural “National Review” (versión digital). Publicado el 20 de septiembre de 2018. Disponible en:https://www.nationalreview.com/2018/09/woody-allen-not-a-child-molester/

[4]. LABORDE, Antonia. Ronan Farrow, el hijo de Woody Allen y Mia Farrow que no siguió su destino. Periódico español “El País” (versión digital). Publicado el 9 de septiembre de 2019. Disponible en: https://elpais.com/elpais/2019/09/06/gente/1567785801_531137.html

[5]. HERMOSO, Boja. Entrevista. Woody Allen: “Una vez muerto, como si tiran mis películas al mar. La posteridad me importa un pito”. Suplemento semanal “El País Semanal” (versión digital). Publicado el 30 de septiembre de 2019. Disponible en:https://elpais.com/elpais/2019/09/20/eps/1568992020_403300.html

[6]. LLANOS MARTÍNEZM Héctor. Soon-Yi, el epicentro de la guerra entre Woody Allen y Mia Farrow. Periódico español “El País” (versión digital). Publicado el 22 de septiembre de 2018. Disponible en: https://elpais.com/elpais/2018/09/21/gente/1537527900_768038.html

[7]. TRUEBA. Fernando. La esfera de papel. Encuentro entre dos cineastas de época. Woody Allen a Fernando Trueba “Soy muy pesimista sobre el cariz de las cosas. Por ejemplo, el surgimiento de la extrema derecha”. Periódico español “El Mundo” (versión digital). Publicado el 13 de octubre de 2019. Disponible en:https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2019/10/13/5d9df6bc21efa0d3688b461a.html