Desde sus inicios el espíritu de la Feria del libro de Madrid ha sido el de mantener una estrecha relación con América; la segunda feria celebrada en 1934 en el histórico Paseo de Recoletos llevó por nombre “Nacional e hispanoamericana” dejando claro desde entonces la importancia e influencia que tiene la literatura americana en España. Y hoy más que nunca, pues  no se puede obviar que, en potencia, el mayor mercado editorial está en el nuevo continente que alberga 626 millones de habitantes, frente a los 46 millones de España; y no solo en términos de posibilidades de mercados sino también, en términos de los nuevos enfoques creativos del arte escritural que  desde el siglo XIX dejó de ser unidireccional y se elevó como determinante en el nuevo rumbo del pensamiento y producción literaria en la relación emisor-receptor. Sin embargo, a la hora de hacer valoraciones no se toman en cuenta estas cuestiones tan determinantes. En la reciente relación que se hizo pública por editores y críticos sobre los hitos editoriales del último cuarto de siglo, solo 7 países tienen presencia, con 25 títulos, aquí hay que observar que a pesar de que Latinoamérica produce la mayor cantidad de obras literarias, es España quien se alza con 12 de los títulos elegidos con: Javier María, “Tu rostro mañana” y “Corazón tan blanco”; Enrique Vila-Matas, “Bartleby y compañía”; Javier Cercas, “Soldados de Salamina” y “Anatomía de un instante”; Juan Marsé, “Rabos de lagartija”;  Rafael Chirbes, “Crematorio”; Antonio Muñoz Molina, “La noche de los tiempos”; Rafael Sánchez Ferlosio, “Vendrán  más  años malos y nos harán más ciegos”;  José Ángel Valente, ”Fragmentos de un libro futuro”;  Carmen Martín Gaite, “Nubosidad variable”; y Francisco Casavella, “El día del Watusi”; solo seis países latinos son escogidos con pocas obras, entre ellos: Argentina con 6 escritores : Adolfo Bioy Cáceres,  Juan José Saer, Jorge Barón Biza, Tulio Halperin Donghi,  y Tomás Eloy Martínez;  y Chile con tres títulos  y dos escritores: “2666” y “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño, y “Jamás el fuego nunca” de Diamela Eltit;  Los 4 países restantes, Perú, con  “La fiesta del chivo” de Vargas Llosa;  Colombia,  con “El desbarrancadero” de Fernando Vallejo; México, con “Tinísima” de Elena Poniatowska,  y Uruguay  con “La novela luminosa” de Mario Levrero.

Es evidente que a pesar de la intención y el reconocimiento de lo que significa el mercado latinoamericano, aun no se ha hecho conciencia de esta realidad ni se le ha dado el merecido tratamiento en términos de mercado. Existen ciertas reticencias y desconfianza, motivado por el desconocimiento de la literatura americana, y esto en parte por la incapacidad de los países latinoamericanos para ejecutar campañas de visibilidad de los escritores nativos. La falta de distribuidoras del libro latinoamericano es quizás la causa más importante; de los libros resaltados solo dos han sido publicados por editoriales latinoamericanas, “El desierto y su semilla” del argentino Jorge Barón Biza, por la editorial argentina Simurg; y “Tinísima” de Elena Poniatowska, por la editorial mexicana Era; los demás títulos han sido editados por editoriales españolas, como Anagrama, Alfaguara, Seix Barral, entre otras.

Con la invitación de la República Dominicana a la 78 Feria del libro de Madrid, se ha entreabierto una puerta y quizás una nueva etapa en el sitial que merece la literatura del otro lado del charco. La manifiesta desconfianza hacia el libro latinoamericano quedó desterrada con la presencia del país caribeño, al menos es lo deseado y lo esperado. La presencia de más de 60 intelectuales dominicanos, la organización y el despliegue de medios ejecutados desde la embajada dominicana en España por el embajador Olivo Rodríguez Huertas, mantuvieron el interés de los medios de comunicación y de los lectores españoles durante 17 días, motivando la curiosidad por nuestra literatura (de los 300 actos de la feria, 137, incluyendo 5 exposiciones, fueron organizadas por la República Dominicana, lo que abarcó el 45.6% de las actividades).

La literatura dominicana hasta ahora desconocida ha desconcertado a los organizadores de la feria de Madrid; el director de la feria, Manuel Gil dijo al respecto: “La República Dominicana ha mostrado potencialidades absolutamente desconocidas”, y uno de los titulares del periódico español  ABC, que dedicó cinco publicaciones, en su edición del 19 de junio una vez terminada la feria,  decía: “ Crónica de un éxito”  resaltando que “la Perla del Caribe  ha pasado con nota excelente el exigente examen”. No nos puede sorprender si en las próximas ferias sean dedicadas a otros países de América. La antigua colonia española se esmeró en ofrecer una nueva cara a este significativo evento cultural, tratando de mostrar las herencias recibidas de la península y el pujante desarrollo de las manifestaciones artísticas que se han logrado a partir de estas. Desde la decoración del pabellón principal que contó con una exposición de 33 carteles que reseñaron las primicías de la primera colonia española que sirvieron de bases al desarrollo de todo el entorno colonial americano, hasta las influencias del exilio republicano español de los años 40, dejando claro ese vínculo de fraternal hermanamiento; pero también las muestras de cine, teatro y música vernácula, y todo esto mostrado como marco a las mejores producciones literarias y de escritores selectos, sin dejar de lado a jóvenes escritores que atrajeron el interés y motivaron su descubrimiento.

Pero toda esta impresión sería una mera opinión personal, valoraciones subjetivas exaltadas por el deslumbre del espectáculo, por lo que nos hemos visto obligados a recoger opiniones de lectores españoles desconocedores en principio de la literatura dominicana, y así desterrar las dudas de si todo este acontecimiento ha sido un maravilloso sueño o una esperanzadora y real oportunidad que se nos ha abierto. La profesora Mayte Argullo Rivera, la filóloga Pilar Eusamio Zambrana, las catedráticas Eva Guerrero, de la Universidad de Salamanca y la catedrática Rocío Oviedo, de la Universidad Complutense de Madrid, nos comentaban su asombro por la calidad de nuestra literatura al leer varios volúmenes de escritores dominicanos, entre ellos “Mudanza de los sentidos”, “La secta del crisantemo” de Ángela Hernández Núñez, “Hijos del silencio” de José Alcántara Almánzar,  “Estrictamente corpóreo” de Jochy Herrera y otros escritores. Fueron muchas las valoraciones positivas que nos han manifestados lectores españoles, y esto nos satisface y nos da la certeza de que hemos abierto una puerta que no podemos permitirnos cerrar.

Pero todo este esfuerzo y la esperanza de ver cristalizada esta oportunidad se nos pueden quedar en mera anécdota si no retomamos con ahínco y dedicación esta empresa cultural.

Se hace necesario a partir de ahora la presencia permanente de una caseta dominicana en todas las ferias del libro de Madrid por venir, en las que se ofrezcan obras selectas de nuestros mejores maestros; se hace necesario que el Estado dominicano otorgue un reconocimiento a la  Feria del libro de Madrid por su labor hacia la promulgación del libro y la lectura; promover al escritor Marcio Veloz Maggiolo como candidato al premio Cervantes, y abrir nuevos espacios a las organizaciones que hacen cultura en el exterior, esto comenzaría a hacer visible nuestra literatura.

En la Septuagésima octava Feria del libro de Madrid, la República Dominicana mostró su verdadera y desconocida fisonomía, su anatomía cultural, adhiriéndose desde ya al ADN de la feria española y dejando su marca histórica en la memoria de los lectores españoles; de nosotros depende su permanencia en el futuro.

Daniel Tejada, poeta, narrador y ensayista dominicano radicado en Madrid; presidente de la asociación cultural ACUDEBI.